El Santísimo
Cristo de la Buena Muerte es obra de D. Antonio Pinto Soldán, fue comenzado en
1936 y hecho en nuestro pueblo (única imagen Titular en La Palma hecha en la
localidad), estando nuestro insigne escultor local ya agravado de su
enfermedad. Por esta situación, fue acabado de encarnar en Sevilla, por el
prestigioso D. Santiago Martínez en 1937. Esta escultura en madera de cedro
policromada mide 1'82 m.
D. Antonio
Pinto, fue hermano honorario de esta Hermandad y entre sus obras más
reconocidas destacan partes de las esculturas de la fachada del Palacio de San
Telmo (Presidencia del Gobierno Andaluz) o la escultura de Martín Alonso Pinzón
para la Exposición Iberoamericana del 29. Muchos historiadores del arte
conocedores de esta obra del Cristo Yacente de La Palma del Condado, coinciden
en catalogarla como la "obra cumbre" de la producción artística del
clasicista escultor Pinto. (Su producción está casi centrada en esculturas en
mármol, repartidos entre numerosos trabajos de la capital italiana).
El Señor de
la Buena Muerte es una imagen portentosa, que muestra los amplios conocimientos
científicos de anatomía que D. Antonio Pinto poseía, ya que logra mostrar, de
una forma muy real y con gran verismo, el Cuerpo yacente. El Cristo inclina su
cabeza levemente hacia el lado derecho, los brazos caen con laxitud y sus
rodillas flexionadas reflejan el efecto del rigor mortis. Cubierto solamente
por un sudario o paño de pureza anudado a la cintura, el Cristo muestra su
cuerpo sangrante, con la herida de la lanza en su costado izquierdo y las
llagas de los clavos en sus manos y pies. Su policromía tostada, de hombre
sufrido, se intensifica con los moratones del cruento martirio: hematomas en
manos y pies penetrados por la crucifixión, y duro camino del calvario. Sangre
seca por todas las heridas y en sentido del peso del cuerpo.
El semblante
del Señor, de ojos entreabiertos, nariz afilada y boca abierta, es el que corresponde
a un cadáver y aunque refleja fielmente la muerte se muestra muy dulcificado
por una actitud de calma, paz y serenidad, que sin dudas hace que sea uno de
los rasgos más llamativos de la Venerada Imagen.
Nuestro
insigne hermano escultor, supo representar en el Santísimo Cristo de la Buena
Muerte, su linaje real en el detalle del reparto de su cabellera hebrea que se
bifurca en su espalda, como León de Judá (Ap.5,5), característico de los Reyes
Judíos de la tribu de Judá y de la familia de David, interpretándose que su
Reino no tendrá fin. Detalles conocidos por sus estudios en la Ciudad Eterna.