9 de noviembre de 2012

KYRIE ELEISON, SEÑOR TEN PIEDAD


En una sola voz entonarán el "Kyrie Eleison". 
Desgarro al cielo, temblor de tierra y quebranto en el alma. Corre el tiempo aunque pareciera detenido, sigue el latido pese a lo que dicta su costado. A sus manos abiertas en traspaso se agarran los corazones que esperan allí su hora, como si sus dedos fueran las agujas de un reloj que no se detiene. Los párpados caen y en la mirada entreabierta se refleja el peso de la cruz y el dolor de la Madre. En sus cabellos la gloria se despeina en un ciclón de amor desmesurado, mientras los labios saben a sangre convertida en vino y a cuerpo de pan en Forma Sagrada.
Luces de Convento, refulgencia Carmelita, resplandores rojos de cera ardiente, destellos de un pasado de amarguras bélicas con tintes divinos de altos brillos. Ensoñación del artista palmerino Pinto Soldán, testimonio de valentía de hermanos y baluarte de quienes encuentran a Dios en su tez morena. 
Un ayer enclavado en las cinco llagas que lastiman al alma en el recuerdo de quienes viven en la promesa del Reino Celestial. Presente de una Hermandad que se hace fuerte en unión y grande por la devoción que mantiene encendido el candil de esta historia. Inocencia del futuro, niños que en la paz de su rostro encuentran la serenidad del sueño más hermoso y que tratan de rozar su piel con sigilo para no despertar al Cristo dormido.
"Kyrie Eleison, Señor ten piedad..." Oraciones de 75 años de fervor, oraciones reflejadas en el ábside mismo donde hace tres cuartos de siglo se bendijera a nuestro Señor, oraciones de aquellos que fueron, son y serán el Santo Entierro: semillas caidas en tierra fertil para que el fruto de la Buena Muerte siga siendo alimento de vida eterna.

Foto: Manuel V.